Singapur quiere que sus 5,7 millones de residentes usen un dispositivo portátil de rastreo de COVID-19

Personas cruzando una calle en Singapur durante el brote de coronavirus.
Personas cruzando una calle en Singapur durante el brote de coronavirus.
Reuters
Personas cruzando una calle en Singapur durante el brote de coronavirus.

Con cerca de 40.000 casos, Singapur es uno de los países más afectados por el coronavirus del sudeste asiático. Sin embargo, este pequeño territorio ha sido tomado por muchos como ejemplo de control de la enfermedad, ya que hasta la fecha solo se contabilizan 25 personas fallecidas por COVID-19.

Una de las claves radica en su potente uso de la tecnología, tanto que en algunos casos los expertos han calificado las medidas de preocupantes en cuanto a la privacidad de los ciudadanos. La última propuesta de la república asiática es ofrecer un dispositivo wearable a todos sus habitantes que identificará a aquellos que hayan interactuado con personas infectadas por el virus, según Reuters.

Este plan va un paso más allá de las apps de rastreo y directamente implanta el uso de un dispositivo portátil de rastreo, algo que ha hecho saltar algunas alarmas. Michael Veale, profesor de derecho sobre los derechos digitales y la regulación en el University College de Londres que ha estado involucrado en el desarrollo de aplicaciones de rastreo de contactos, afirma que el paso de Singapur a los dispositivos portátiles presentaba “preocupaciones de responsabilidad y privacidad”.

“Es probable que a los usuarios les resulte difícil analizar qué está haciendo realmente el dispositivo o qué información usa el servidor de fondo o los enlaces”, subraya Veale.

Singapur ya ha probado una estrategia de rastreo a través de aplicaciones móviles, pero se ha encontrado con algún problema: la app TraceTogether del gobierno no daba buenos resultados en los dispositivos Apple, en los cuales su sistema operativo suspende el escaneo Bluetooth cuando la aplicación se ejecuta en segundo plano.

El gobierno no ha especificado, dice Reuters, si llevar el dispositivo será obligatorio. Solo que va a poder distribuirse “a todo Singapur”, afirmaba Vivian Balakrishnan, el ministro a cargo de la iniciativa. La ciudad-estado cuenta actualmente con cerca de 5,7 millones de residentes.

El giro hacia los wearables es una señal de que Singapur no tiene planes inmediatos para adoptar la tecnología de seguimiento de contactos de Apple y Google lanzada el mes pasado para ayudar en la lucha contra el coronavirus, que tiene varias restricciones diseñadas para proteger la privacidad de los usuarios.

Singapur ha dicho que los datos recopilados a través de su aplicación anterior se cifran y almacenan localmente en el teléfono del usuario, y solo se transferirán a las autoridades si se confirma que la persona está infectada con COVID-19.

Según los proveedores, una pulsera simple con un chip Bluetooth, batería y algo de memoria podría costar alrededor de 10 dólares.

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